Sayula, Jalisco.- Versos que anteriormente recitaban los campesinos de memoria sin saber leer ni escribir y dio imperecedera fama a la población jalisciense de Sayula, lo es la conseja «El Ánima de Sayula«.
En 1960, el escritor y folclorista Armando Jiménez incluyó los versos completos, editados en una versión personal, en su famosísimo libro «Picardía Mexicana«, lo que dio mayor difusión a esta recitación que de manera humorística narra las desventuras de Apolinio Aguilar, un habitante pobre de esa cabecera municipal, quien decide recurrir a un ánima que aparecía en el cementerio y otorgaría un supuesto tesoro, a quien hablara con ella.
Debido al giro que tiene el final del cuento, que no mencionaremos aquí para no arruinar la sorpresa a los lectores, «El Ánima de Sayula» no era del agrado de los sayulenses, animadversión que duró muchas décadas.
Sin embargo, actualmente el ánima es omnipresente en la cultura de Sayula, y lo mismo la encuentra uno en una paletería, en libritos con los versos completos para venta al turismo, en esculturas y hasta en una excelente cerveza artesanal de ese nombre que se fabrica allá mismo.
El origen del poema humorístico no es jalisciense. Su autor fue el michoacano Teófilo Pedroza, quien era abogado y se avecindó en Ciudad Guzmán (Zapotlán el Grande, como algunos prefieren llamarla), de donde se mudó, luego a su tierra natal, donde en 1871 escribió su famosa obra y empezó a venderla en forma de cuadernitos.
Pedroza solía componer calaveras en Día de Muertos, donde hacía mofa de los personajes de la vida pública local.
Basó su obra cumbre en una broma que, se dice, urdieron el peluquero llamado José Arreola y un boticario de quien se sabe que se llamaba Blas, quienes habrían engañado a un ropavejero muy humilde llamado, efectivamente, Apolonio Aguilar, con el cuento de que un fantasma le entregaría riqueza si iba a verlo a medianoche en el cementerio de Sayula.
Se dice que el final de la aventura de Apolonio Aguilar fue muy diferente al de los versos, pues el asustado fue el hombre que hacía de fantasma, quien huyó del lugar al ver el amenazador machete de Aguilar sacó al momento de su aparición.
Toca a usted averiguar el cómo termina el cuento y por qué lo tomaban con mal ánimo los sayulenses. Es seguro que se divertirá en el trance.
En este enlace encontrará el poema completo:
https://alamordelalumbre.es.tl/El-%C1nima-de-Sayula–k1-Te%F3filo-Pedroza-k2–.htm