Huentitán/Jalisco/Noticias.- Desde hace un par de años, conocer a la Barranca de Huentitán, ubicada en el municipio de Guadalajara, se ha convertido en una visita obligada para el turista de la segunda ciudad más importante del país. El clima y paisaje, son verdaderamente impresionantes.
Uno de los factores que ha detonado el crecimiento de visitantes es el Puente Arcediano, y el pueblo que lleva el mismo nombre, aunque ya es conocido como el «pueblo fantasma o de los perros«.
Las viviendas, el templo y el atrio permanecen ahí como un testigo mudo de lo que fue el pueblo de Arcediano.
Para disfrutar de la magia de esos sitios solo existe un medio: caminar y caminar por horas. No hay otra forma para recorrer esa quebrada. Ni los bomberos, cuando auxilian a la población que sufre un accidente, se salvan de esos recorridos. Aunque, en algunas casos de emergencia sí usan el helicóptero para subir a la parte alta a los lesionados.
Carlos Luévanos, es un joven, vecino del municipio de Guadalajara que desde hace 4 años, acude regularmente a la barranca. Antes subía y bajaba en cuatro horas, pero hoy solo invierte dos horas y 15 minutos. Ha visto como aquel lugar -ubicado al nor oriente de la ciudad- se ha convertido en un punto turístico.

«Sientes como conectas con la naturaleza, y contigo mismo»
En el puente colgante de Arcediano, toda persona se toma una selfie, o una fotografía en grupo o pareja. También aprovechan para descansa. Bajar hasta donde atraviesa el Río Santiago implica 68 vueltas, o curvas que están marcadas en color ve durante todo el camino.
«El secreto es disfrutar (el paisaje) y no contarlas«, dice Carlos.
Para ingresar a la barranca hay varios accesos. Entre ellos, la avenida Belisario Domínguez, la Academia de la Policía Municipal de Guadalajara, el camino de Los Conejos y Matatlán, éstos últimos corresponden al municipio de Tonalá.
El acceso de Belisario Domínguez, es particularmente el más concurrido. De hecho, cuando se ingresa, lo primero que apreciarán las personas, es un espacio donde ofician misa los domingos.
Por ratos, la música norteña invade ese rincón. La gente que va a correr llega antes de las siete de la mañana; la que decide caminar y gozar, no tiene horario.

«Nunca faltan porras al momento de subir. Siempre hay personas que pasan junto a ti y te dicen, ánimo, sí se puede, y la frase que más se escucha es ya falta poco«, recuerda Carlos Luévanos.
También se muestra la solidaridad que caracteriza a Guadalajara, ya que a veces la gente te regala dulces, agua o naranja.
Sin embargo, si quieres ahorrar las famosas curvas o vueltas de la barranca, se puede subir por las vías del funicular. Suprimes 34 vueltas. Los rieles pertenecen a la Comisión Federal de Electricidad. Era el transporte de los pobladores de Arcediano, que en su mayoría eran empleados de la compañía.

«Cada quien bajo su propio riesgo las usa. No hay quien te ayude, ni te oriente. Tú, con tu fuerza y propia voluntad tienes que recorrerlas. Hay puntos complicados, a veces estas a 90 grados. Literal vas escalando, o a gatas, cada quien busca su manera de subir«, cuenta el tapatío.

En esta temporada de lluvias, hay muchos deslaves. El agua del Río Santiago, corre con más fuerza. Ahí , en el puente colgante se puede estar horas y horas contemplando el afluente, pero hay un regreso para todos. Nadie se salva.
Es lo más difícil, más cuando no se tiene la condición física, pero vale la pena disfrutar de la naturaleza.
