Abracadabra: El asesinato del Gral. Ramón Corona.

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El 10 de noviembre de 1889, una triste noticia sacudió a la opinión pública de México. El General Ramón Corona, Gobernador de Jalisco, había sido atacado a puñaladas en las calles Degollado y del Carmen en la ciudad de Guadalajara.

El político y militar, caminaba elegantemente vestido junto a su señora esposa, Mary McEntee, pues se dirigían a un importante evento en el Teatro Principal.

Según testigos, un joven lo había atacado de manera cobarde, por la espalda, ante la mirada atónita de la esposa del Gobernador, quien ante la impotencia decidió empujar al agresor, recibiendo también una puñalada, que por fortuna -dado el grueso corsé que llevaba-; no puso en peligro su vida.

Trascendió que el nombre del asesino; era el de Primitivo Ron, apodado «El Loco Ron«, por sus extrañas ideas y comportamiento erratico, quien se habría suicidado a unos metros del lugar de los hechos; con la misma arma homicida.

Dado la gravedad de las heridas en el cuello y abdomen, que ponían en peligro su vida, el General Ramón Corona, falleció al día siguiente, siendo declarado Benemérito del Estado de Jalisco.

Ramón Corona Madrigal, nació el 18 de octubre de 1837 en el rancho de Puruagua, Jalisco. Fue Jefe del Ejército de Occidente, y defensor de la República durante la Intervención Francesa, y contra el Imperio de Maximiliano. Participó en importantes acontecimientos militares, siendo defensor de Jalisco, Sinaloa y Nayarit.

Junto al General Mariano Escobedo, Ramón Corona logró arrinconar al Emperador Maximiliano, logrando la rendición de éste en Querétaro.

Ferreo defensor del Gobierno de Juárez, fue nombrado por el Presidente Sebastián Lerdo de Tejada, Embajador Plenipotenciario de México ante el Reino de España, país en el que permaneció durante 11 años. Fue Gobernador de Jalisco en distintos periodos, de 1887 a 1889.

Tras su asesinato, se murmuró que su muerte había sido ordenada por el presidente Porfirio Díaz, quien dada la innegable trayectoria de Ramón Corona, temía que este se lanzara por la Presidencia de la República.

Pero lo anterior, no era una murmuración sin fundamento, Díaz tenía la bien ganada fama de opresor, pues entre otras cosas, se había deshecho del patriota Vicente Riva-Palacio, al nombrarlo embajador en Madrid, para tenerlo lejos de su gobierno.

Peor suerte corrió el militar zacatecano Trinidad García de la Cadena, quien fuera candidato presidencial en 1884, y que fuera detenido y asesinado por órdenes de Porfirio Díaz; por sublevarse y oponerse a la reelección de este.

La versión oficial del asesinato del Gral Ramón Corona, fue que el crimen lo perpetró un asesino solitario, un perturbado mental y megalomano, que atacó al general para después suicidarse. Pero en libro titulado «Cuentos de todos colores«, el pintor jalisciense Gerardo Murillo, «Dr. Atl«, reveló haber sido testigo presencial del asesinato.

En su revelación, Murillo afirmó que antes del ataque, Primitivo Ron charlaba con otros dos hombres en una esquina, y que cuando vió al General caminar, decidió acercarse para atacarlo con el puñal varias veces. Que luego del ataque, «El Loco Ron«, regresó a donde se encontraban esos hombres, y uno de ellos, lo asesinó a puñaladas -no había sido un suicidio-.

Trascendió que se había encontrado una carta del asesino, donde este explicaba, en tono providencial, sus motivos, comparandose con el poeta Manuel Acuña. El tono era el de un loco delirante, que hacía referencias a la compasión y la inmortalidad.

Las fotos del cuerpo de Primitivo Ron, con los ojos abiertos y bañado en sangre, marcaron el inicio de la nota roja en México.

Aunque las sospechas y el misterio sobre el asesinato del Gral Ramón Corona, persisten, la versión oficial revolotea ante la ancestral desconfianza frente al poder. Queda de manifiesto, que la política nacional, siempre ha navegado entre la heroicidad, el crimen o las conjuras.

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