Guadalajara, Jalisco.- 19 años de anécdotas, vivencias, viajes, satisfacciones y muchas amistades, es el saldo que quedó en la vida de Ramón Salazar «El Cacho», quien en esos años, desde 1993 hasta 2012, cuando fue despedido por el técnico holandés John Van’t Schip, fue utilero de las Chivas de Guadalajara.
El popular personaje desempeñó un papel que no da muchos titulares ni es visto como importante por los aficionados, pero que es puntal, cuando se trata de que un equipo de futbol funcione.
«El Tuca Ferreti lo entendía, por eso destacaba mi trabajo ante los medios. No exagero al decir que si yo no iba con el equipo no podían jugar«, comentó en entrevista exclusiva para MetrópoliMX Jalisco.
A su modo de ver, «y lo digo como aficionado«, aclara, las Chivas actuales, carecen de compromiso, y de un líder, que no lo hay desde la salida de Héctor Reynoso.
«El Cacho» llegó al futbol al jugar en un equipo de segunda división que tenía el ex astro del Guadalajara, Tomás Balcazar, abuelo de Javier «Chicharito» Hernández.
Además, fue chofer de la mamá del delantero mexicano, Silvia Balcazar, lo que dio pie a que conociera al ex director técnico y padre de la cantante Eli Guerra, Alberto Guerra.
«En aquel tiempo, cuando lo conocí, se rumoraba que iba a dirigir a Chivas, en el 93, cuando andaban con los rumores de que iban a vender a Chivas a Don Salvador Martínez Garza, y por ahí se decía que el primer entrenador que contrataría iba a ser Alberto Guerra, que para ese tiempo ya era amigo mío«, recuerda.
Alberto Guerra y «El Cacho» jugaban en el equipo de Balcazar, y desde ahí Ramón le solicitó que, si tenía oportunidad, le diera trabajo en las Chivas.
Guerra le dijo que eso se daría si finalmente las Chivas se vendían y él era nombrado director técnico, si eran compradas por el ex dueño de Mexlub, cosa que finalmente sí sucedió.
«Así llegué a las Chivas. Que sí iba a ser Guerra el técnico, me arrimo y empecé a trabajar en el equipo de tercera división como utilero; el aquel tiempo dirigía el equipo Demetrio Madero (otro referente de Chivas)… Y así es como comienzo, trabajando en el equipo de tercera división en el 93«, relató.
Su paso al primer equipo «fue vertiginoso», dice. En 1994, lo ascendieron a segunda división, que dirigía Don Salvador Reyes (goleador de El Campeonísimo).
«Ya para el 95 estaba en primera división, porque despiden a Alberto Guerra y yo, inocentemente, le pregunté: «Oye, Beto, pues te vas, ¿yo qué voy a hacer?», y muy serio me dice: «Yo me voy, pero a ti, mientras no te digan nada o que ya no vengas a trabajar, tú sigues viniendo«.
El nuevo técnico, el argentino Osvaldo Ardiles, contrató como su auxiliar a Demetrio Madero, y él llamó al «Cacho» como utilero de primera división, lugar que en el que permaneció hasta 2012.
«Fue triste que nunca trabajé con Aberto Guerra directamente y, cuando él se va, a mí me suben a Primera«, dice y agrega sobre su llegada al máximo circuito: «No es lo mismo trabajar en un equipo de tercera o de segunda división… hay más responsabilidad, pero es una oportunidad que no se da así nomás; por algo me estaban invitando a Primera División«.
Ardiles despidió a masajistas y utileros que ya estaban en el equipo, cuando llegó él y otro más, el «Terry» Elías Uribe, quien trabajó con los rojiblancos hasta 2017, año en que Jorge Vergara, decidió su salida.
Un utilero tiene labores como acondicionar los vestidores de entrenamiento y en los estadios para que cada jugador llegue únicamente a cambiarse y no tenga qué cargar nada.
Ponen las señalizaciones y delimitan las zonas en la cancha para calentamientos y sesiones de entrenamiento, cuidan el calzado de los futbolistas, llevan los uniformes y balones y, ocasionalmente, ayudan a los futbolistas con diversos encargos personales.
Los utileros llegan mucho antes a partidos y entrenamientos y se van hasta el último, tras retirar los implementos del equipo. Deben conocer medidas de zapatos, de ropa, gustos y necesidades de cada futbolista.
«La gente no sabe lo que hay detrás de un jugador» apunta.
No faltaron las anécdotas, como cuando olvidó los zapatos de Jorge «El Remy» Arreola y le puso unos de Noé Zárate (que usaba la misma marca, pero medio número más grandes). Arreola le comentó luego del partido que había sentido sus zapatos «algo flojitos«.
Rememora con gusto el día que Ricardo «El Tuca» Ferreti pidió a los aficionados que también a él y a su compañero les pidieran autógrafos. Al cuestionar las personas por qué debían solicitarles autógrafos si no los conocían, la respuesta del técnico fue: «ellos son de las personas más importantes del equipo, sin ellos un equipo, no podría funcionar: son los utileros«.
Sus amigos solían reaccionar con extrañeza, cuando se retiraba temprano de alguna reunión, y le preguntaban el por qué, si él no iba a jugar. «Sí, yo no voy a jugar, pero si no voy, no juega el equipo«, les contestaba.
El jugador que recuerda como «el más vago» (palabra tapatía para referirse al alguien travieso) fue Luis García, quien solía jugar bromas de ligeras a pesadas a sus compañeros, desde amarrarles las cintas de los zapatos hasta vacilarse a los aficionados que llegaban venían con playeras de otras selecciones del mundo.
Dice «El Cacho» que una vez los compañeros respondieron a las bromas de García, quemándole toda la ropa, por lo que tuvo que regresar a su casa con la ropa de entrenamiento.
En su trabajo, tener buenas relaciones laborales es muy importante:
«Un utilero debe ser amable con todos los jugadores y no buscar problemas con nadie, te conviertes en su patiño, por decirlo de algún modo, pues debes llevar buena relación con todo el vestidor. No puedes enojarte con nadie«.
La principal diferencia entre las Chivas de Salvador Martínez Garza y las de Jorge Vergara fue que se acabó el pago de primas, premios en efectivo por ganar partidos.
Vergara llegó y aumentó los sueldos en 50 por ciento, y por eso decía que ya no había premios qué pagar, comentó.
Sin embargo, «El Cacho» considera que, aunque los incentivos son importantes, los jugadores deben salir a ganar siempre, no por razones económicas.
Vergara daba premio únicamente por campeonato de liga. Dice que cuando Chivas ganó el campeonato contra Toluca, Vergara incluso duplicó el premio prometido, sin dar cifras de cuánto recibió cada miembro del equipo campeón.
En ese aspecto, «El Cacho» cuenta con orgullo que le tocó ser campeón con Chivas dos veces, en 1997 y en 2006.
«Ser campeón es indescriptible; quisiera uno ser campeón cada año«, dice.
Sobre las Chivas actuales, y en palabras de aficionado del fútbol, dice rotundo: «Se ha abaratado el fútbol. Se ha abaratado en el sentido de que ahora es bien fácil para cualquiera jugar en Primera División… la verdad, al equipo le falta, le falta; le falta desde un líder. ¿Cuántos torneos tiene Chivas que no tiene uno?«
Considera como último verdadero líder del chiverío al defensa Héctor Reynoso, quien fungía como tal dentro y fuera de la cancha. «No ha habido un líder como Reynoso desde su salida. Si me equivoco, tú me dirás«.
Reta a que le digan nombre de un jugador que destaque sobre la media, mismo que no hay en el equipo actual.
Los jugadores de Chivas, ahora, «parecen unas muñequitas, unas vedettes, se andan cuidando de otras cosas. Andan peleándose a ver quién gana más. Eso es increíble«.
Las diferencias salariales, que la misma directiva da a conocer, son las que crean esas fricciones.
La relación de «El Cacho» con el fútbol es eventual, pues actualmente se desempeña como taxista, pero no le han faltado ofertas, ya sea como utilero o incluso dirigiendo.
Le han llegado ofertas de la Liga del Balompié Mexicano, que pretenden hacer como opción sobre la liga tradicional. «Liga chafa, pirata«, opina de ella.
Concluye que el fútbol le ha dado mucho, desde amigos hasta otra vida. «Yo le debo al fútbol. Tuve la fortuna de trabajar en el equipo más popular de México y, en mi caso, una chiripada, pero así es la vida. Yo era futbolista de segunda división y me quedé con ganas de jugar profesionalmente. Y lo que es la vida, jugué profesionalmente desde otro puesto, y qué mejor satisfacción que en Chivas, siendo dos veces campeón. Jugué la Libertadores, conocí muchos países… El fútbol me dio todo«.